Los datos son la unidad mínima que procesada puede convertirse en información. De todos modos, esta distinción semántica no es la única divergencia entre las dos agendas: AIP y DAG.
La legislación de AIP permite a los individuos (principalmente a través de una solicitud) acceder a la información en posesión de los poderes del Estado mientras que las políticas de DAG proactivamente proporcionan a las personas datos (el componente primario necesario para producir información) en formatos que permitan su reutilización. Por lo tanto, las políticas de DAG enfatizan en el contenido de lo publicado y en sus formatos.
Los desarrollos basados en las TIC han transformado todos los ámbitos relacionados con la información, desde la gestión, su uso/reutilización y su almacenamiento. La influencia de las TIC puede canalizarse y entenderse de dos maneras. Por un lado, la influencia más clara se relaciona con la mejora en los métodos de comunicación y de gestión de la información. Por otra parte, con la influencia que ejercen los profesionales que trabajan en el área. En muchos casos, su visión se refleja en su trabajo, en la manera de relacionarse y en la manera en que estructuran sus organizaciones.
En otras palabras, los desarrollos de las TIC inciden en los campos relacionados con la información porque proporcionan nuevas herramientas para su gestión y porque la ética/cultura hacker, entre otros aspectos filosóficos, proporcionan una "visión del mundo" particular, diferente al enfoque más legalista de derechos. De esta manera, la división fundamental entre estas dos áreas se deriva de las herramientas y conocimientos específicos de cada una de ellas, y de las influencias ligadas a las profesiones más preponderantes dentro de cada una de las agendas (Fumega, 2016).
En este contexto, las organizaciones que trabajan en los campos de legislación de AIP y de políticas de DAG si bien comparten los recursos primarios- información y datos producidos y resguardados por las agencias gubernamentales- difieren en las influencias filosóficas y profesionales con las agrupaciones de AIP. Estas últimas se enfocan mayoritariamente en el acceso mientras que las de DAG se orientan más hacia el uso y el valor que puedan agregar a los datos (Fumega, 2016).
Estas diferencias explican, en gran parte, la división entre las dos agendas. Con los años, la brecha entre ambas agendas se ha reducido. De todos modos, todavía falta mucho para que se piense a ambas agendas como aspectos de un mismo ecosistema de flujos de información y datos.
En relación con la proactividad expresa en las dos políticas públicas, entendiendo que ambas tienen a la transparencia como un eje central, es posible plantear al AIP en términos de transparencia pasiva, garantizándole al ciudadano la capacidad de solicitar información pública y obligando al funcionario público a brindarla. Por otro lado, los DAG son el lado activo, en el cual se obliga a los gobiernos a publicar ciertos activos de información sin que sea el ciudadano el que ejecute la acción de solicitarlos.