Una historia para comprender mejor
La historia de los camioneros
Había una vez una inventora. Ella era brillante. Día y de noche soñaba, diseñaba, pensaba, imaginaba. Entonces un día tuvo un momento “¡Eureka!”. Esbozó el diseño de su innovador producto, y trabajó y volvió a trabajó de nuevo en el diseño mostrándoselo a amigos y recibiendo su comentarios.
Cuando se sintió satisfecha con su diseño para llevarlo a producción, empezó a contactar a organizaciones de capital de riesgo y a bancos. Fue un proceso largo y doloroso, pero finalmente consiguió la financiación que necesitaba para poner sus ideas a trabajar.
Foto por PhillipC |
Con el dinero en mano, empezó a buscar empleados: especialistas en producción, diseñadores, expertos en mercadeo y otros. Encontrar las personas adecuadas para la empresa fue casi tan difícil como conseguir el dinero para empezar la empresa, pero al final logró encontrar y contratar a las personas acertadas para el trabajo.
Todos se pusieron a trabajar. Lo que siguió fue glorioso y tedioso, satisfactorio y desmoralizante. Hubo comienzos en falso y avances; hubo tensión y risas; hubo lágrimas de frustración y de felicidad. Perseveraron a pesar de ello. ¡Y después de un tiempo llegó el día en que tenían un producto listo para despachar!
Aliviada, la inventora empezó a ponerse en contacto con compañías de envíos. Pero no podía creer lo que escuchaba. Los camioneros entregarían sus productos, pero solo sujeto a las condiciones más increíbles y abusivas:
- la inventora tenía que acceder a enviar su producto exclusivamente por una compañía de camiones,
- esta exclusividad se plasmaría en un acuerdo permanente, no sujeto a revisión o cancelación, y
- los camioneros serían quienes vendieran su producto al público y conservarían todas las ganancias.
Cada compañía de envíos que contactó le dio la misma respuesta. Abatida, pero renuente a ver los frutos de todo su trabajo desperdiciarse, finalmente cedió y firmó un contrato con una de las compañías.
Por supuesto, esto es una historia verdadera sobre una investigadora y sus interacciones con la industria editorial de las revistas especializadas. ¿Por qué más miembros de la comunidad académica no ven que, como investigadores, proponen ideas de investigación, consiguen financiación para investigar, identifican y contratan estudiantes de posgrado y otros profesionales para llevar a cabo la investigación y redactar los resultados de la investigación de una manera clara y concisa, para luego verse forzados a entregar por escrito los derechos de los resultados de sus investigación a un editor que los vende para su propio beneficio? Desafortunadamente, esta locura es el agua en la que nadan todos los peces académicos, haciéndolo difícil de reconocer. El propósito del cuento del camionero es ayudar a las personas a ver la insensatez de las publicaciones académicas.
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